En los pueblos mesoamericanos los niños y niñas fueron sujetos de amor, protección y cuidados; ejemplo de ello es la forma en que los padres se dirigían a sus hijos, palabras suaves y dulces que nos legaron en el Huehuehtlahtolli o Testimonio de la antigua palabra.
HUEHUEHTLAHTOLLI
Fragmentos
"Hijo mío, mi collar, mi pluma preciosa, has venido a la vida... Hemos visto por ti tus madres, tus padres, y tus tías, tus tíos, tus parientes han visto por ti...
Y ahora, por breve tiempo, has venido a mirar, has venido a crecer, has venido a echar tallos, has venido a embarnecer, como si fueras un pajarito apenas puedes picotear..., has crecido como si acabaras de salir de tu cascaroncito, como si te hubieran arropado con algo precioso, como si te hubieran brotado tu colita, tus alitas, como si apenas movieras tu manita, tu piecesito, tu cabecita, como si ya hiciera el intento de andar volando...
Ahora mi niñito, tortolita, mujercita, tienes vida, has nacido, has salido, has caído de mi seno, de mi pecho... Te formó menudita tu padre... Ojalá no andes sufriendo en la tierra. ¿Cómo vivirás al lado de la gente, junto a las personas? Porque en lugares peligrosos, en lugares espantosos, con gran dificultad se vive, así hay aspereza en la tierra...
No olvidemos esta herencia de amor y cuidados hacia nuestros niños y niñas.
Estatuilla: Chipícuaro 1150 aC-550 aC