Hay un libro que releo constantemente y se llama Sócrates Café: un soplo fresco de la filosofía de Christopher Phillips. Me gusta especialmente cuando relata sobre sus conversaciones filosóficas con los niños y las niñas. Aquí un fragmento:
"Los niños así como son capaces de establecer sutiles distinciones entre la honestidad y la deshonestidad, entre la verdad y la mentira, también conocen a la perfección la diferencia entre tratar de responder a una pregunta filosófica de corazón -es decir, dedicándose a ello en cuerpo y alma, aplicando todo su potencial imaginativo y crítico- y limitarse a ofrecer tibiamente la primera respuesta "típica", legítima o no, que en ese momento les venga a la mente. "!Vale, muy bien! -puede decir un adulto-, pero eso no es cierto, en la medida en que están hablando como seres que todavía tienen que desarrollar unos criterios más sofisticados." ¿Ah, sí? Pues lo cierto es que sí que tienen criterios sofisticados, y el hecho de mantener un diálogo socrático con ellos les da la oportunidad de demostrar en qué medida sus puntos de vista también lo son."
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