Nadie como los niños y las niñas para poner en duda las creencias y mitos que tenemos los adultos. Nuestra vida se basa en una serie de creencias que damos por sentadas. Como afirma Karl Popper nuestras ideas más arraigadas las creemos porque alguien nos las contó en alguna ocasión, o las leímos en un libro, y una vez aceptadas rara vez las revisamos.
Leyendo el periódico me encontré con un artículo sobre el mito de los Niños Héroes del Castillo de Chapultepec:
¿Por dónde se aventó el Niño Héroe? ¿Cómo salvó a la bandera? ¿Por qué la querían los estadunidenses? ¿Puede haber otra guerra? Los niños llegan con miles de preguntas al Museo Nacional de Historia y uno de los temas que más les intriga es cómo defendieron los jóvenes cadetes al Castillo de Chapultepec de la invasión de Estados Unidos en 1847.
Paciente, Miriam Saucedo, una de las cinco guías del museo, narra a los alumnos de primero de primaria de la escuela Constituyente cómo los siete mil soldados estadunidenses rodearon aquel 13 de septiembre el Cerro del Chapulín, lo escalaron, atacaron la entonces sede del Colegio Militar y derrotaron a los 832 soldados y estudiantes que opusieron resistencia.
“A mi hermano le dijeron que Juan Escutia no se aventó, sino que se enredó la bandera en el torso y luego se puso su casaca para ocultarla del invasor”, afirma Luis Ángel. “Y a mí que los niños estaban castigados, que por eso estaban ahí, y los obligaron a luchar”, remata Karina.
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