Siempre me ha fascinado la imaginación que tienen los niños y las niñas. También me intriga las razones que tenemos los adultos para limitarla en los salones de clases. Parece que estamos preocupados por la "realidad que vivimos" y estimulamos a los niños y las niñas a ser "realistas" y los llenamos de actividades rutinarias que tienen solamente "una respuesta única y estandarizada". Y buscamos que tengan una representación muy simple: las manzanas son rojas, el sol es amarillo, los papás trabajan, cuando todos los adultos sabemos que las respuestas son mucho más complejas.
Maxine Greene en su libro Liberar la imaginación nos recuerda que la imaginación es:
Una capacidad que no solo servía para ir más allá, hacia el "como si" o el "no todavía" o el "podría ser": la imaginación, además como decía Virginia Woolf, "reune las partes cercenadas", rompe con lo rutinario y lo repetitivo, crea totalidades íntegras en medio de la multiplicidad y, lo que no es más insignificante, hace posible la metáfora.
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